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La
alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no asistirá a la final de la Copa
del Rey de fútbol (partido entre el Fútbol Club Barcelona y Sevilla
Fútbol Club), al igual que el presidente catalán Carles Puigdemont,
ante la prohibición de entrar en el campo con esteladas, lo que
considera "un inaceptable atentado a la libertad de expresión".
Colau
considera que "el
gobierno del PP tiene que rectificar" esta
decisión, y advierte que "si
se mantiene la prohibición, no asistiré al partido en señal de
protesta, igual que el President". Esto
ha anunciado en su cuenta de Twitter.
La
Delegación del Gobierno en Madrid anunció ayer que impedirá la
exhibición de banderas esteladas en la final de la Copa del Rey de
fútbol que disputarán el próximo domingo en el estadio Vicente
Calderón. Para poder llevar esto a cabo alega que la ley contra la
violencia en el deporte prohíbe la exhibición en los recintos
deportivos de "pancartas,
símbolos, emblemas o leyendas que, por su contenido o por las
circunstancias en las que se exhiban o utilicen de alguna forma
inciten, fomenten o ayuden a la realización de comportamientos
violentos o terroristas, o constituyan un acto de manifiesto
desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo".
La presencia de esteladas se ha
convertido en algo habitual en el mundo del deporte. Para unos, se
trataría de un tema de libertad de expresión, mientras que para
otros, el mero hecho de mezclar fútbol con política debería ser
considerado absurdo.
En varias ocasiones ha surgido ya este
problema, y en otras varias se ha intentado solucionar de manera
similar. Sin embargo, se trata de algo más complicado de lo que
parece, ya que
la masa social que hay detrás del club culé es de
enormes dimensiones.
De todas formas, la política en el
mundo del deporte no entra sólo de la mano del Fútbol Club
Barcelona, ya que podemos encontrar simbología extremista en
hinchadas de diversos clubes, tales como en la del Real Madrid, o
incluso en los equipos de nuestra ciudad.
Siendo justos, el penalizar este tipo
de situaciones debería ampliarse a todos y cada uno de los equipos
que componen el fútbol español, lo cual originaría ambientes más
limpios de política en los estadios, provocando que la gente vaya a
ver a sus respectivos equipos con una única idea preconcebida:
disfrutar de un buen partido de fútbol.
Mónica Moya Gil
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