jueves, 19 de mayo de 2016

Veto a las esteladas


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La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, no asistirá a la final de la Copa del Rey de fútbol (partido entre el Fútbol Club Barcelona y Sevilla Fútbol Club), al igual que el presidente catalán Carles Puigdemont, ante la prohibición de entrar en el campo con esteladas, lo que considera "un inaceptable atentado a la libertad de expresión".

Colau considera que "el gobierno del PP tiene que rectificar" esta decisión, y advierte que "si se mantiene la prohibición, no asistiré al partido en señal de protesta, igual que el President". Esto ha anunciado en su cuenta de Twitter.

La Delegación del Gobierno en Madrid anunció ayer que impedirá la exhibición de banderas esteladas en la final de la Copa del Rey de fútbol que disputarán el próximo domingo en el estadio Vicente Calderón. Para poder llevar esto a cabo alega que la ley contra la violencia en el deporte prohíbe la exhibición en los recintos deportivos de "pancartas, símbolos, emblemas o leyendas que, por su contenido o por las circunstancias en las que se exhiban o utilicen de alguna forma inciten, fomenten o ayuden a la realización de comportamientos violentos o terroristas, o constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo".

 
La presencia de esteladas se ha convertido en algo habitual en el mundo del deporte. Para unos, se trataría de un tema de libertad de expresión, mientras que para otros, el mero hecho de mezclar fútbol con política debería ser considerado absurdo.

En varias ocasiones ha surgido ya este problema, y en otras varias se ha intentado solucionar de manera similar. Sin embargo, se trata de algo más complicado de lo que parece, ya que
la masa social que hay detrás del club culé es de enormes dimensiones.

De todas formas, la política en el mundo del deporte no entra sólo de la mano del Fútbol Club Barcelona, ya que podemos encontrar simbología extremista en hinchadas de diversos clubes, tales como en la del Real Madrid, o incluso en los equipos de nuestra ciudad.

Siendo justos, el penalizar este tipo de situaciones debería ampliarse a todos y cada uno de los equipos que componen el fútbol español, lo cual originaría ambientes más limpios de política en los estadios, provocando que la gente vaya a ver a sus respectivos equipos con una única idea preconcebida: disfrutar de un buen partido de fútbol.

Mónica Moya Gil

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