Según un periódico turco, España pagó aproximadamente 3,7 millones de dólares como rescate por cada uno de los tres periodistas españoles secuestrados en Siria. El ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García Margallo afirma que “no tiene constancia de ello”.
Todos podemos intuir lo que implica pagar un rescate de esta naturaleza. Nutrir económicamente a un grupo terrorista como Al Qaeda es contribuir a su mantenimiento. La posibilidad de que este dinero sea utilizado, directa o indirectamente, para perpetrar atentados nos preocupa. Sin embargo, dicha posibilidad la vemos como lejana en el tiempo y despersonalizada. Nuestros miedos son más fuertes cuando le ponemos nombres y apellidos a los que pueden morir inminentemente si no se paga este rescate.
Por otro lado, la decisión de pagar la dejamos en manos de un ente “el estado”. Es fácil criticar si este ha pagado o no. Si ha pagado podemos pensar que el dinero de todos va a parar a los terroristas y como consecuencia, un gran número de inocentes pueden morir más tarde. En caso contrario, el estado no ha sabido defender a tres españoles condenándoles directamente a morir.
¿Y si alguno de esos españoles fuera nuestro padre, nuestra madre o nuestro hijo? Es muy probable que pediríamos o suplicaríamos el pago del rescate. Aunque seguramente no sea lo más correcto, si yo estuviese en el gobierno tomaría la decisión de pagar porque es cruel el no hacerlo y el no pagar no solucionaría el problema. Desde luego no lo haría público y no lo admitiría por las consecuencias que pudiese traer al país. Sin embargo, pondría todo mi interés y esfuerzo en luchar contra este y otros tipos de terrorismo que amenazan a nuestra sociedad y al mundo.
Pablo Quindós de la Riva 2ºB.
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