La eutanasia nunca dejó de ser un tema conflictivo desde sus inicios por aquello de la responsabilidad y el poder de la voluntad de un moribundo. No podemos mencionar que la eutanasia es algo actual, puesto que ya desde el siglo XVIII se venía practicando, pero sí podemos atrevernos a afirmar que el propio debate del suicidio asistido sí es actual.
Tras muchos cargos de conciencia, tanto por matar como por obligar a vivir, las Cortes valencianas piden que se despenalice la muerte asistida, tal como leemos en esta noticia publicada el dos de diciembre del pasado año 2015. Tal y como se corresponde para con su ideología, Podemos ha votado a favor, el PP se ha mostrado a favor y Ciudadanos no se ha inclinado en la balanza.
En mi opinión, no es otro motivo que el egoísmo de los seres próximos a la víctima de sus decisiones el que les hace incluso pensar que se puede obligar a una persona a vivir y convivir con unas circunstancias físicas o mentales que hacen que esta persona llegue a plantearse la muerte.
La portavoz popular defiende que no se condena a nadie por practicar la eutanasia, sin embargo, en esta otra noticia el Ministerio Púbico trata de condenar a dos acusados a seis años de cárcel por ayudar a una mujer en Avilés a suicidarse.
En lo referente a la política, este debate siempre debe girar en torno al eje de la Constitución y la declaración de los derechos alienables del ciudadano, sin embargo, fuera de este campo, la misma dicotomía adquiere el carácter ético de nuestra conciencia en vez de la ética políticamente correcta.
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