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Han pasado ya más de 20 de años desde que el primer alimento genéticamente modificado fue expuesto al mercado. Por aquel entonces el negocio de estos solo iba a traer beneficios ya sea para la humanidad, por la supuesta buena calidad que aseguraban, o por las aperturas que les daban a los países en vía de desarrollo.
A medida que pasaba el tiempo y se iban realizando investigaciones, los investigadores se daban cuenta de que los transgénicos aparte de ayudar económicamente, también podían ser dañinos para el ser humano y que su mal cultivo podría hasta exterminar especies de insectos. Aún en nuestros tiempos, no estamos seguros de lo peligroso que pueden ser estos alimentos ya que una investigación decente no se puede realizar a corto plazo, necesitamos investigarlos durante mucho tiempo y sacar conclusiones.
Aún en esta situación de incertidumbre, los alimentos transgénicos nos ayudan mas de lo que pueden perjudicar y por tanto la humanidad los estará utilizando y los utilizará hasta demostrar lo contrario, y aquí es donde yo quería llegar. Quizás, y solo quizás, los transgénicos no sean dañinos para el ser humano, pero ¿y al medio ambiente?
Desde tiempos inmemoriables sabemos que los organismos están en constante adaptación, y recientemente, que los insectos que se alimentaban de estos alimentos antes de ser genéticamente cambiados también se han adaptado y se han hecho inmunes hasta de los pesticidas. Estoy en contra del uso de los transgéncios, por muy buenos que intenten de aparentar, no hacen más que fastidiar el ciclo de la vida, y los datos que se reciben de las investigaciones sobre estos no hacen más que asegurar lo que digo. Además eso de que ayudan a los países en vía de desarrollo es una patraña, las semillas de estos alimentos tienen unos precios desorbitados y esto demuestra que es un negocio basado en el enriquecimiento a costa de otros. Señores, estamos jugando a ser dioses, y esto no puede traer nada bueno.
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