Hoy en día existen asociaciones de ayuda a ludópatas (APAL) que aseguran que está creciendo el número de jóvenes tanto mayores como menores de edad enganchados a apuestas de todo tipo ya sea en casa de apuestas o vía online. Esto no es extrañar porque la publicidad y el marketing de apuestas deportivas están en todos lados y van dirigidas a los jóvenes, especialmente, quizás porque son más fáciles de engatusar y de que crean que pueden hacerse millonarios. Ese es el problema y el comienzo de lo que puede llegar a convertirse en una enfermedad, que creen que con una cantidad simbólica que apuesten en algo insignificante pueden conseguir una buena cantidad de beneficio. Muchos de ellos reconocen haberse enganchado porque apostaron unos pocos euros y obtuvieron una cantidad generosa y vieron ahí el negocio de su vida: conseguir dinero sin dar un palo al agua. Pero no, no son conscientes de hasta donde puede llegar ese deseo por conseguir dinero que sin darse cuenta terminan con deudas que multiplican su jóvenes edades.
Parece un simple juego, pero trasciende bastante al igual que cualquier otra adicción.

Me parece escandaloso el punto que alcanza lo que podría ser un simple entretenimiento, gracias a la avaricia de unos y la corrupción de otros. Digo corrupción porque son conscientes de la trascendencia personal, económica y psicológica y aún así les importa más ganar dinero a toda costa. Esto es un círculo vicioso porque si sigue aumentando el número de adictos aumentará paralelamente el número de deudas, deudas que no podrán ser sostenidas y se buscará otro modo de sacar el dinero a otros inocentes incapaces de ver más allá de esa sensación de adrenalina por ganar.
MIRIAM DEL POZO FERNANDEZNOTICIA
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