Esta relación no podía dar más de si, y la Calma abandonó Francia sin mirar atrás.
En consecuencia, las manifestaciones en contra de esta reforma, que en teoría debían ser sofocadas por la mano de la justicia, atrajo la atención del cuerpo de policía de una manera muy diferente, pues estos funcionarios se manifestaron a su vez en protesta del odio injustificado que sentía una sociedad sin Calma hacia ellos. Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Estaba bien disfrutar del trabajo y protección ofrecida por la policía francesa durante los atentados del ISIS, pero al igual que el romance entre Francia y Calma, esto no podía continuar.
Las revueltas brillaron por su presencia en toda Francia, en contra de la ley El Khomri y los policías luchando en una eterna odisea de incomprensión y búsqueda de reconocimiento.
Por si esto fuera poco, apareció por la puerta la contramanifestación a las protestas policiales, dando un mensaje repleto de odio y negando toda utilidad que pudiera tener el cuerpo de la ley y el orden.Por el momento, así está el patio.
Personalmente, pienso que es abusiva la nueva ley de trabajo, aunque hace poco surgió en España una ley parecida a la que llamamos "ley de los trabajos basura". En cuanto a la policía, es innegable la importancia de su labor en este nuevo contexto de tensión por amenaza continua de terrorismo y, por último, no entiendo el sentido de la contramanifestación.
El caos reinante en el centro de Europa puede conocerse en esta noticia, publicada en Le Figaro el pasado 18 de mayo.
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