Este domingo se disputará en Madrid entre el Futbol Club
Barcelona y el Sevilla la final de la Copa del Rey precedida por una ya inmensa
polémica. El Gobierno español ha prohibido a los asistentes portar banderas
independentistas catalanas con el consecuente revuelo social; por una parte, la
alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y el Presidente de la Generalitat, Carles
Puigdemont, han negado su asistencia al evento y está pendiente de confirmar la
asistencia Bartomeu, el presidente del club catalán.
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El motivo de sus ausencias
viene dado por una reivindicación de lo que consideran una falta a la libertad
de expresión de los aficionados culés. La Ley del Deporte prohíbe este tipo de
símbolos en los que se incluyen las pancartas o los emblemas ya que según la Delegación
del Gobierno en Madrid podrían incitar y fomentar a comportamientos violentos o
terroristas en los encuentros.
Concepción Dancausa ha salido a la defensa del veto
argumentando que “el fútbol no tiene que convertirse en escenarios de
confrontación política” mientras que Puigdemont ha dicho que es “grave
vulneración del derecho de expresión de miles de catalanes” recordando al
gobierno en la capital que la bandera estelada es “perfectamente legal y
democrática”, también el vicepresidente catalán ha tachado de “incomprensible”
la decisión y el club culé ha expresado en un comunicado su “desacuerdo más
absoluto” con la decisión.
La realidad es que Dancausa no puede estar más lejos de la
realidad, históricamente la liga española nunca ha estado ajena a la política.
Cabe recordar que en el Calderón se exhiben sistemáticamente cada semana
banderas anticonstitucionales como lo es la del régimen franquista, no se
comprende por tanto a qué viene esta crispación por parte del gobierno central
por unas banderas que ni siquiera están fuera de la ley. Pienso, que aunque los
aficionados culés debieran tener la posibilidad de expresarse libremente en el
campo y fuera de él, el deporte no debería alcanzar estos niveles de
politización. Es normal que en un momento de confrontación política entre las
naciones española y catalana ambos nacionalismos salgan a relucir sus consignas
y sus reivindicaciones, quizá no debiera ser en un evento deportivo, pero si lo
es, lo que no sería nada normal sería que se permitiesen sólo algunas de estas
consignas de forma que el Gobierno tomara parte activa en el veto de la libertad
de expresión sólo para aquellas consignas que le son incómodas.
Hecho por Eduardo Távora.
Hecho por Eduardo Távora.
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