Donald Trump, poderoso estadounidense y candidato del partido republicano a la Casa Blanca para las próximas elecciones de noviembre, ha protagonizado un hecho relacionado con el mundo latino. Ha expulsado de su despacho a un periodista argentino que iba a entrevistaro por hablar en español por teléfono minutos previos a la entrevista.
El periodista, Marcos Stupenengo de la mexicana Azteca TV, se sorprendió cuando tuvo que comunicar al equipo de campaña del conservador que la entrevista se había suspendido. Uno de los agentes del servicio de seguridad de Trump, que hablaba español, se disculpó con él y le dijo que no sabia el porqué de lo sucedido. Más tarde, el propio periodista, Jorge Ramos, de prestigio en Nueva York y con más de un millón de seguidores en Twitter, reconoció que “es lo peor que me ha ocurrido en 13 años de periodismo”. No obstante, Hope Hiks, portavoz de campaña del singular candidato, declaró a la prensa no saber nada del acontecimiento.
Después de su enfrentamiento con el periodista mexicano y de entorpecer el trabajo de profesionales y medios de comunicación hispanos, el empresario convertido a político tiene a los latinos en su punto de mira, pues incluso llegó a asegurar que el gobierno mexicano tendría que financiar una valla en la frontera de Estados Unidos para detener así la inmigración ilegal.
Trump, candidato populista, tras haber buscado interés político con los atentados de Bruselas (“¿Se acuerdan cuando Bruselas era bonita y segura?”.), pese a ser el candidato de los republicanos para hacerse con la Presidencia, no por eso me resulta difícil relacionarlo con un político español: Pablo Iglesias. Pese a que el líder de Podemos, comunista (confesado por él mismo), y el poderoso conservador en teoría no tendrían que tener nada en común. Pero tanto uno como otro hacen de la demagogia su forma de hacer política e incluso llegan a coincidir en el ámbito económico al criticar la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (el famoso TTIP). Curiosamente, crítica a la que también se suma Marine Le Pen, líder de la extrema derecha francesa. Se dice que la política hace extraños compañeros de cama. Extraños o quizás semejantes. ¿Qué creéis?.
MIRIAM DEL POZO FERNÁNDEZ
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