Qué tiempos aquellos... ¿alguien recuerda los viejos días de gloria? Ibas al banco más cercano y, siempre y cuando fueras un ser humano, conseguías un préstamo que te ayudaría a pagarte la vida durante un tiempo al menos. Una cortina de humo que desaparecería al primer estornudo...¡qué tiempos aquellos!
Desafortunadamente semejante desmadre cesó al comenzar la crisis en 2008, y las entidades bancarias cerraron el grifo, cobrándose el impago de las deudas mediante el desahucio y la corrupción en el más corriente de los casos.
Sin embargo, siempre es bueno retomar las viejas costumbres ¿verdad? "La banca concederá más y mejores préstamos personales este año.", perfecto titular para un artículo que promete estabilidad y exhumación de nuestro apogeo económico.
Asimismo, este artículo de El País está escrito desde la más absoluta comprensión, al considerar como elemento determinante en la recuperación financiera un descenso de la tasa de morosidad, entendiendo por moroso a aquél que se retrasa en el pago de una deuda, objetivamente claro. En España tenemos otro tipo de morosos: el "moroso" endémico responsable de su familia, endeudado y en paro. Un ciudadano que seguramente esté amparado por la ley cuyos derechos fundamentales serán enteramente respetados mientras que vivamos en un estado de bienestar.
En pos de cumplir con la naturaleza humana, y no aprender de la historia, nuestras adoradas entidades bancarias nos ceden de nuevo ese paraguas que se guardaron cuando comenzó la tormenta, y como buenos samaritanos, nos lo vuelven a ofrecer cuando parece que escampa.
¿Tendrá ese paraguas complejo de caracol?
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